Sus alegres
rostros denotan simpatía y amor, rostros que
seguramente corresponden a existencias divinas, aquellas a las que nos referimos
con la mirada en alto, allí en el glorioso
cielo.
Paraíso, territorio
que se extiende hasta el último rincón de la tierra, espacio contenedor de vida en las más variadas
formas, zona maltratada e incomprendida, imaginamos tanto así como la imagen
que acompaña esta nota, la que muchos no entienden, como tampoco entienden que
lo que importa realmente es el habitad, este paradisiaco planeta, la casa
grande, en donde nos cobijamos todos,
habiendo para todos y cada uno lo necesario para la persistencia.
Si por acá el
hombre ha pasado, Que no se noten sus huellas, evitemos ser verdugos de
nuestro propio renacer, nosotros nos encontraremos luego, ya sin memorias pero quiera Dios y el hombre, detrás de una enorme sonrisa.
Las
palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma. - Julio Cortázar (1914-1984)
Escritor argentino.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani