Para
continuar ilustrando en esta oportunidad expondremos un ser espiritual que
tiempo atrás optó por instalarse en la corteza del viejo eucalipto, el paso del
tiempo y el desarrollo de la planta han integrado al dúo aportando al buen
observador la sensación de estar ubicado frente a un árbol con rostro.
Quien se
alimenta a costa de un ser vivo, cualquiera fuere su especie, subsistiendo en
su interior o sobre la superficie es nombrado parasito y así es el nombre que le
dimos a este tipo de seres espirituales que se aferran al lugar elegido y suelen
causar daño o enfermedad al portador, Esto sucede asimismo con el ser humano, parásitos
espirituales son los causantes de muchas dolencias algunas de ellas de
desarrollo fatal.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani