Memorias del ayer

Corresponde caer en la cuenta que el aquí y ahora está presente y no regresará, entender que, si bien llenos de imperfecciones, existimos perfectos gracias a innumerables sentimientos traducidos en sensaciones que van más allá de la sola apariencia.

Caer en la cuenta que para recordar se debe haber creado un pasado; comprender que el recuerdo debe acercarnos el gusto pero de ningún modo el sinsabor de no haber acontecido. Notar que es vital agotar el tiempo hasta alcanzar la última gota de encanto.

En imagen, una joven que hoy desde el más allá nos observa. Será tal vez recordando complacida antiguas y materiales épocas de antaño. 
El tiempo apura, proyectemos nuestros recuerdos del mañana, pronto será el soplo encargado de dejar ver nuestra desmedida sonrisa.

Como tener sueños de ave, si jamás alzamos vuelo.

Buena vida

Pablo y Ana Borsani  

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¡Aquí estoy!

Por motor la esperanza, no obstante su marcada timidez se descubre frente a la cámara, al distinguirla alcanzamos a percibir una muda e imaginaria exclamación,  un enérgico ¡aquí estoy!.
Imposible almacenar esta fotografía, se distinguen más seres en la penumbra, sin embargo el rostro que se destaca es el de la resuelta dama.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani    

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De difuntos y apariciones

Ante nosotros, en momentos de  plena soledad, se descubre esta bella dama vestida de color negro, el lugar en que florece,  un círculo que utilizan ciertos protagonistas de aparentes rituales, personajes que en su mayoría desconocen el alcance de sus actos. En conversación mantenida con una excelente amiga  tratábamos el tema, hacíamos mención a las almas que no encuentran el camino o que se rehúsan a creer que son difuntos, señalábamos que son fácilmente identificables debido a que su proyección corpórea es completa, tal como en vida se advirtieran.

Por razones obvias difuminamos el rostro de la aparecida 

Buena vida

Pablo y Ana Borsani