La fotografía
nos muestra un hombre al que acaso correspondería llamarlo abuelo por su apariencia, pelo cano, desarrollados
bigotes que hacen juego con su cuidada barba blanca, lo advertimos caminando por el bosque en posición muy cercana a
nosotros, su paso silencioso, de contextura etérea pero en menor proporción si lo confrontamos con
otros seres que acostumbramos apreciar habitualmente, sobre su cabeza una enorme cruz cuyo color también
es el blanco.
Si lo comparamos
en la imagen con las dos mujeres que componían el trió, observamos que fácilmente
podríamos confundirlo con un paseante mas, que de hecho lo ha sido, solo que seguramente,
su camino corre en distinta dirección.
No pretendemos
probar que el anciano fuera Dios, ni siquiera tenemos conocimiento de quien pueda
tratarse, pero.... la incertidumbre nos deja reflexivos.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani
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