Sin interesar
el paso del tiempo, nuestro amigo, aquel al que apodamos Tronki, sorprendente ser,
factiblemente clasificado como Gnomo o Duende dentro de la tipificación impuesta por determinados
humanos, permanece sobre el veterano e
indolente tronco abatido por algún torbellino ya lejano, lugar adoptado y punto
de encuentro en donde semana tras semana la complacencia del cariño florece.
Este hecho no
es casual, existimos ignorantes de la exhibición disimulada que nos ofrece la
madre naturaleza, es imprescindible pisar sin dejar huellas en este dominio sin
fronteras, posesión de la vida, planeta tierra.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani
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