Aprovechamos la madera en diferentes formas, disfrutamos su verde estampa, su
invaluable sombra en días ardientes, los podamos en y fuera de época como si de
un objeto y nuestro antojo se tratara, sin embargo por sus venas corre savia,
registran el frio o calor, son expertos del clima y las estaciones, refugian
cantidad de seres en la seguridad del follaje, alimento, oxigeno y
cuanto más, todo esto sin interesar el trato que les dispensemos, fieles amigos
que se mantienen pacientes viendo el paso del tiempo sin reclamarnos nada a
cambio, solo tranquilidad y respeto.
Desconocemos si la imagen en verdad es del propio rostro de este colosal
amigo o de algún pasajero que se coló entre sus cascaras, pero ese punto no es culminante,
si ver la similitud con el ser humano, nos lleva a especular que acaso, al final
de nuestros días, los caminos a seguir se diversifiquen, situándose algunos individuos
en desiguales escenarios, formas que nos obligamos a respetar en este punto de
la existencia, tanto o más que a nosotros mismos.
Defiendan mucho a su árbol y buenas vidas amigos.
Pablo y Ana Borsani