La paz del
lugar nos permite elevarnos y es así que en cada visita nos orientamos hacia
una frecuencia que media entre el aquí y el allá, punto de encuentro con un
sinnúmero de individuos, muchos de los cuales en fotografía y en estas páginas ya
hemos presentado.
Las imágenes
dan cuenta de la elevación a la cual hacíamos referencia, en ellas observamos a
Ana de espaldas a la cámara, en lugar de advertir su cabeza observamos
un fino e iluminado rostro, sobre seguro el rostro que nos deja conocer su alma,
algo así como aquello que nombran “viaje astral” para este caso sin conciliar el sueño.
Distinguimos
que el alma se mantiene en posición sin abandonar a la persona, ciertamente se
encuentra identificándose con el medio, tomando forma popular frente a distintos
seres o en todo caso descubriendo su forma de origen.
Las almas al
ser incorpóreas logran representarse a satisfacción, sinfín de formas siempre armónicas
con su espiritualidad, para el caso distinguimos el alma de Ana como aparente
Elfo, benévolo y radiante.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani