Se reconocen tres estados generales de
la materia: gaseoso, líquido, y sólido. La capacidad de existir de la materia
en uno de estos tres estados depende de las fuerzas de interacción entre las
moléculas. En los tres estados, las moléculas se hallan en continuo
movimiento. Al aumentar la temperatura, se acelera el movimiento de las moléculas.
Los tres estados de la materia difieren según el grado de libertad que poseen
las moléculas para moverse individualmente. A la fuerza eléctrica de atracción
que une las moléculas se opone el movimiento de las mismas moléculas que tiende
a separarlas. Si la fuerza de atracción entre las moléculas es mayor que la
energía cinética promedio de las moléculas en movimiento, éste resulta
severamente restringido y se origina el estado sólido. En éste, las moléculas
vibran en posiciones relativamente fijas, con poca libertad de movimientos
independientes, unas respecto de otras. En el estado gaseoso, las fuerzas de
atracción entre moléculas son muy débiles en relación con su energía cinética,
y existe poca restricción de movimientos entre las moléculas individuales. El
estado líquido ocupa una posición intermedia en cuanto sus moléculas poseen
mayor libertad de movimiento que las del estado sólido, sin llegar a la
irrestricta libertad característica del estado gaseoso. Mediante la elevación
de la temperatura que aumenta la energía cinética de las moléculas individuales
de tal manera que alcancen a sobrepasar las fuerzas de atracción que las
sujetan, se logra la transición del estado sólido al líquido, o de éste al
gaseoso.
Una porción de aire, allá fue
dirigida nuestra cámara, hacia una fracción imprecisa del éter, porción del
espacio que nos circunda, en donde la materia resiste en estado espirituoso. La
imagen conquistada demuestra que si bien en otro estado igualmente predomina la
vida, así como acontece por aire y tierra en cada milímetro del planeta, sea a
la luz de nuestros ojos o fuera de ellos la vida no solicita
aprobación. Quedamos en la frontera del conocimiento, más allá la
intimidad del Señor.
El creador pensó en el hombre y el
hombre existió, obligados vivamos eternamente.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani