martes, 7 de junio de 2016

El creador pensó en el hombre y el hombre existió.

Se reconocen tres estados generales de la materia: gaseoso, líquido, y sólido. La capacidad de existir de la materia en uno de estos tres estados depende de las fuerzas de interacción entre las moléculas. En los tres estados, las moléculas se hallan en continuo movimiento. Al aumentar la temperatura, se acelera el movimiento de las moléculas. Los tres estados de la materia difieren según el grado de libertad que poseen las moléculas para moverse individualmente. A la fuerza eléctrica de atracción que une las moléculas se opone el movimiento de las mismas moléculas que tiende a separarlas. Si la fuerza de atracción entre las moléculas es mayor que la energía cinética promedio de las moléculas en movimiento, éste resulta severamente restringido y se origina el estado sólido. En éste, las moléculas vibran en posiciones relativamente fijas, con poca libertad de movimientos independientes, unas respecto de otras. En el estado gaseoso, las fuerzas de atracción entre moléculas son muy débiles en relación con su energía cinética, y existe poca restricción de movimientos entre las moléculas individuales. El estado líquido ocupa una posición intermedia en cuanto sus moléculas poseen mayor libertad de movimiento que las del estado sólido, sin llegar a la irrestricta libertad característica del estado gaseoso. Mediante la elevación de la temperatura que aumenta la energía cinética de las moléculas individuales de tal manera que alcancen a sobrepasar las fuerzas de atracción que las sujetan, se logra la transición del estado sólido al líquido, o de éste al gaseoso.

Una porción de aire,  allá fue dirigida nuestra cámara, hacia una fracción imprecisa del éter, porción del espacio que nos circunda, en donde la materia resiste en estado espirituoso. La imagen conquistada demuestra que si bien en otro estado igualmente predomina la vida, así como acontece por aire y tierra en cada milímetro del planeta, sea a la luz de nuestros ojos o fuera de ellos la vida no solicita aprobación. Quedamos en la frontera del conocimiento, más allá la intimidad del Señor. 
El creador pensó en el hombre y el hombre existió, obligados vivamos eternamente.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani


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