A la vista
simple del humano corriente, tan solo un tronco seco con algunos cortes
realizados para evitar que su larga silueta obstruya el camino, pocos conocemos
la realidad de su figura, es como que vemos pero no advertimos que la vida
fluye y tiene rostro en el viejo tronco que consideramos ya acabado por el
tiempo.
Esto nos
refuerza la idea de que una cosa es la que creemos ver y otra la que realmente deberíamos
ver, quizás sea nuestro sentido común el que juega un papel dominante en estas
travesuras de la visión.
Disfruten y
como siempre les deseamos buena vida amigos lectores.
Pablo y Ana Borsani