Recordaba la fábula que mis papás me relataban de niño, el topo y la liebre,
en donde el topo preguntaba a la liebre que se veía fuera de la caverna y
la liebre que hacía de ojos del topo, para no apenarlo, le contaba solo cosas
lindas que nada tenían que ver con el escenario vecino.
Este pensamiento llega a mi por estar al tanto que, muchos visitantes no
alcanzan a ver lo que exhibo y especulaba, que tal como le sucedió al topo, escuchamos relatos de este mundo maravilloso, del que muchos
podrán poner en duda su existencia, pero, ciertamente las crónicas son
auténticas, es un universo donde reina el amor y conforma nuestro espacio, es una sola y unica realidad creada en conjunto y separada por la forma de ver.
Tal como le sucedió al topo que aunque falto de visión no dejó de creer en
el mundo exterior, así debemos obrar nosotros con la mente despierta, abierta a
nuevas formas y experiencias que no para todos son visuales.