domingo, 17 de abril de 2016

Un cielo, millones de almas

Hay perros que van al cielo al igual que algunos humanos, la voluntad impone el destino, contrariamente a lo que se piensa las puertas están abiertas para todos los seres que quieren el bien y la felicidad,  aquellos que así no lo entiendan continuarán en tinieblas.
Imaginen por un instante integrar una sociedad que en lugar de lenguaje percibe nuestro interior al primer examen, quienes no fueren sensibles no tendrían cabida, es la razón que obliga a ciertos personajes a permanecer ocultos, para ello optan por resistir en lobreguez, espacio poco frecuentado por quienes adoptaron para si la luz, seres que como claro es el cielo en que habitan, se descubren en espacios esclarecidos por el astro rey.
La luz ilumina la vida, también enciende el alma.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani




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