Érase una
gota de agua ya vieja y muy cansada, fracción de enormes mares, de brillantes
lagos, de igual forma, de arroyos y hasta de
indecentes charcos, partícula que habiendo llegado al final de su
existencia y ya convertida en sutil fluido, comienza a elevarse en respuesta a
la llamada del sol, todopoderoso que la transporta serenamente al cielo, allí ligada a otras gotas, constituyen
sorprendentes nubes que viajan en compañía del aire fresco, una vez más el
ciclo de la vida, ciclo de vida de las
gotas de agua.
Dicho esta
que nada desaparece, todo se transforma, al igual que las gotas de agua, todos
los seres se benefician de un curso semejante, de esa manera resiste la vida,
nunca envejece, eternamente se renueva en todas sus formas y rincones de la
tierra, inmortalmente en segura evolución.-
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani
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