Muerte, nos
referimos a la ocasionada por terceras personas, supone un castigo, siendo tan solo un acto
anticipado de igual final, etapa que no debemos
apresurar porque nuestro destino es parte del orden de las cosas, hijos,
hermanos, padres, tíos, abuelos, todo encerrado en un único individuo, tantísimos
títulos para un solo participante. Todos los guerreros armonizados por un solo vínculo, haber nacido
de esa magnífica semilla que algún día germino dando inicio a este animal
humano que hoy supone reinar en el planeta a costa de la sangre de su sangre.
Encontramos
una historia que nos gustaría conocieran, tropezamos con ella en la web y sin importar
su autenticidad la presentamos porque nos
parece perfecta para graficar la realidad que queremos revelar, su titulo “Una
Historia Notable”:
Un día, en Santa
Bárbara, California, un hombre llamado Roberts fue a ver a un clarividente que es
también conferenciante teosófico y le pidió ayuda
para un caso muy intrincado. Mr. Roberts se encontraba paseando por la calle el día
anterior cuando una nena de unos tres años se abrazó a él llamándolo papá.
Mr. Roberts se indignó, creyendo que alguien trataba
de atribuirle la paternidad de la nena a él, Pero la madre de ésta, que vino
rápidamente, se extrañó tanto como Mr. Roberts y trató de llevársela. La
nena, sin embargo, insistía en ir con Mr. Roberts,
diciendo que era su padre. Debido a las circunstancias que se mencionarán más tarde, Mr.
Roberts no pudo quitarse esa
escena de la cabeza y
fue en busca del clarividente, en cuya compañía fue a casa de los padres de la niña.
Esta, al verlo corrió nuevamente hacia él
volviendo a llamarlo papá. El clarividente, que llamaremos X, tomó primeramente a la niña y la
llevó junto a la ventana para notar si el iris de su pupila se distendía
o contraía conforme la retiraba o acercaba a la
luz, con objeto de comprobar si alguna otra entidad que no fuera su propio poseedor
estaba en posesión del cuerpo de la nena, puesto que el ojo es la ventana
del alma y ninguna entidad "posesora" puede dominar esa parte del
cuerpo. Mr. X comprobó que la nena era normal y en seguida procedió a
hacer preguntas a la pequeña, cuidadosamente.
Después de un paciente trabajo efectuado con intermitencias durante la tarde,
para no fatigar a la niña, contestó esta lo siguiente:
Ella había vivido con
su papá Mr. Roberts, y otra mamá en una casita solitaria, desde la que no se
veía ninguna otra casa; próxima a ella había un arroyuelo en cuyas orillas
crecían algunas flores (la nena corrió afuera
entonces y volvió con algunas espigas de sauce americano-) y que había una tabla
sobre el arroyo, y le habían ordenado que no
la cruzara de miedo a que se cayera. Un día su papá las abandonó a ella y a su madre
y no volvió más. Cuando se les acabaron los
alimentos su mamá se acostó enferma. Y después agregó: "Yo también morí, pero no
morí, puesto que vine aquí".
Entonces Mr. Roberts
contó su historia. Dieciocho años antes vivía en Londres, donde su padre era
cervecero. Se enamoró de la joven sirvienta. Y su
padre se opuso, pero él se escapó con ella a Australia, después de haberse casado. Allí
se fueron al bosque y construyeron una pequeña
granja, edificando una casita junto al arroyo, exactamente como decía la niña.
Tuvieron allí una hija y cuando ésta tendría unos
dos años él dejó la casa y fue a alguna distancia de ella; en ese entonces un hombre armado
de un rifle corrió hacia él diciéndole que
quedaba arrestado en nombre de la ley por
un robo
cometido la noche en
que Mr. Roberts dejó a Inglaterra. El oficial había seguido sus huellas hasta
allí creyéndolo criminal. Mr. Roberts pidió que se le
permitiera ir antes a ver a su mujer y a su hijita, pero creyendo el oficial que ese ruego
era una astucia para hacerlo caer en manos de los
confederados, rehusó y lo obligó a dirigirse hacia la costa. De allí se le envió a
Inglaterra y sometido a prueba comprobó su inocencia.
Antes de que las
autoridades hicieran caso de sus constantes ruegos para que fuera a buscar a su
esposa e hija, tuvo que pasar algún tiempo allí. Posteriormente se envió una
expedición en su busca, la que no encontró más
que los esqueletos de ambas. El padre de Mr. Roberts había muerto en el ínterin y
aunque había desheredado de aquel, sus hermanos dividieron su herencia
con él y éste volvió a América muy descorazonado.
Mr. Roberts
proporcionó entonces algunas fotografías de su esposa e hija, las que por consejo de Mr.
X fueron mezcladas con cierto número de otros
retratos y mostrados todos a la nena, la que sin vacilar señaló las fotografías de
sus antiguos padres, aunque éstas diferían mucho
del aspecto actual de Mr. Roberts.
Atrocidades
acontecen entre la raza humana, gente enfrentada a la gente, seres que
se desafían por diferentes razones con un solo fin, avidez, deponiendo valores
más elevados tales como el trato fraterno.
Pablo y Ana
Borsani