A partir de las
alturas se desprenden formas celestiales, existencias que conquistan la
superficie del planeta activadas por brillantes rayos lumínicos, irradiación nacida del rey sol. Es popular el pensamiento de que al
extinguirse la vida el espíritu debe dirigirse hacia la luz, no obstante hay
quienes hacen caso omiso a este hecho intentando permanecer ocultos en las
sombras, existiendo como entes renegados, infelices personajes iracundos y disparatados
que en su negación solo obtienen superior sufrimiento, padecimiento que pervierte.
La llave para
todos los estados de existencia es la luz, en nuestra forma de vida la luz es el
sol, la iluminación celestial que llega a nosotros cada día, lazo que nos une
con el lado bueno de las cosas, conexión hacia el creador, nosotros y el más
allá.
La ira: un
ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en
cualquier cosa sobre la que se vierte. (Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.)
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani