Cercano a
nuestro amigo Joaquín, (quien tiempo atrás fuera un piñón de pino), un niño de
rostro anónimo, reposa aprovechando la serenidad de la sala, camaradas ya conocidos
y forasteros que a cada instante suman su presencia y no siempre conseguimos detectar,
sin embargo, lo importante no es la figura, el ambiente despunta, así como….
invitando al sosiego.
Decimos
gracias a la vida y a quienes se hallaren comprometidos en esta transmisión de
conocimiento que nos permite acercar a ustedes como es usual el prodigio de la existencia.
Buena y
cada día mejor vida amigos lectores.
Pablo y Ana
Borsani