Para hacerlo más sencillo, les diré que cuando llegamos al final de la vida, nuestro espíritu no se dirige al otro lado, simplemente queda en el otro lado, lugar donde desde siempre habito, por tal razón no lo advertimos en ningún tiempo.
Premoniciones, deja vu, sueños y cuantas otras sensaciones corresponden a que nuestro querido, inquieto y poco mimado espíritu nos comunica incesantemente su comprensión. Sé que estarán pensando que esta noticia es repetida, pero hay una novedad y es que esta vez logramos fotografiarlo tal como cualquier otro ente del otro lado, claro, si estamos allá, porque no vernos a nosotros mismos, de eso se trata la imagen del día de hoy, verán mi brazo (mano en el bolsillo de la campera) sobre el descubriéndose mi espíritu, se lo ve acompañado de otros seres del lugar.
Duendes, Gnomos, Hadas y algunos sin clasificar, son seres a los que llamamos sólidos. Los diferentes que en forma continua observamos y que poseen contextura etérea pertenecen a espíritus, suponemos de seres desaparecidos o quizás que han perdido la conciencia, duermen o deambulan por el lugar. Tengamos en cuenta que el espíritu no es parte fija del cuerpo carnal, cada cual se desempeña en forma individual, lógicamente de faltar alguno de ellos no estaría complementado el ser, el espíritu moviliza la carne.
Ejercitemos alcanzarlo, busquemos en nosotros la llave que abrirá el cerrojo de las emociones espirituales, cuantiosas, quizás nunca percibidas.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani
No es contexto agresivo, un
ente sobre su boca confunde el gesto.
Lo que
pende del labio es tan solo un hilo suelto de mi vestimenta.