En conjunto
con algunos de los ya conocidos, confieso que tenemos nuestros Santos propios,
que no deben de ser tan propios ya que estarán ciertamente haciendo el bien tal
como lo hacían aquí en la tierra, seres que sin portar decreto alguno vigilan
nuestros sueños transformados en nuestros guías íntimos.
Desde este
humilde rincón decretamos la santidad a todas aquellas personas de bien, tanto
para los que están en el cielo como aquí en la tierra y reclamamos por el
establecimiento de un decreto que requiera
derogar la palabra maldad y rescatar otras como humildad, amor, paz, prójimo, otras que tan poco utilizamos y hacen tanta
falta en un mundo salvaje como el que estamos viviendo.
Todos los
seres de buen corazón obtienen una posición al momento de partir, entiendase bien, señale “seres de buen corazón”.
Nuestro pequeño homenaje a todos los “santos”
que ya no vemos.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani