Rostros espirituosos,
impalpables como el suspiro, presencias que desde el anonimato favorecen la
vida toda. Más para creer previamente hay que comprender y para ello nada mejor
que observar las formas en las que no interviene la mano del hombre, que como
por arte de magia prosperan momento a momento, seres, vegetación, clima y otros
de los que por igual casi nada sabemos.
Tomemos la
vida así como si fuese un fruto maduro el cual no sabe esperar, su momento
justo es único, ni antes ni después. Arrebatemos a la vida el ahora porque es
tan solo eso, un continuo presente que vale vivirse con intensidad.
Nada entiende la naturaleza de hábitos humanos,
ella nos extiende un pasaje de ida y vuelta que no es otra cosa que un permiso
para tocar y sentir, comprensión que nos formará para más luego ser celestiales figuras del aire.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani