El caso que nos ocupa es el movimiento
de un Gnomo captado por nuestra cámara, tiempo atrás en momentos en que se sucedía un
principio de incendio en el bosque. Si bien algo acelerado el paso, para ellos no
es prontitud, se trata de su ritmo
natural. Pese a la celeridad de sus movimientos hemos logrado conquistar una imagen
del rostro, en ella vemos que la misma corresponde a un ser perteneciente a la rama
de los denominados elementales. A estos seres del mundo espiritual, se los sospecha
vinculados a los cuatro elementos que rigen al planeta: agua, tierra, aire y
fuego.
“”Es curioso observar que desde la
antigüedad más remota, los elementales fueron representados de manera casi
idéntica por los pueblos más diferentes, por ejemplo, los sumerios, los
caldeos, los egipcios, los chinos, los pueblos indígenas de África, Polinesia y
América. Los dibujos que se encontraron los muestran de manera casi idéntica,
no importa cuán lejos estuvieran esos pueblos unos de otros. Esto nos lleva a
pensar que los elementales siempre se comunicaron con los seres humanos,
manteniendo un patrón energético que permitiera verlos e identificarlos.
Estaban presentes en casi todos los ritos sagrados, especialmente en aquellos
en que se pedía la protección celestial para las cosechas y las siembras. Se
los representa como a dioses mitológicos y eran objeto de privilegios, por
parte de los sacerdotes y del mismo pueblo. No sólo se los invocaba para que
protegiesen las siembras sino también para que aquietasen las aguas, apagasen
incendios y contuvieran tempestades. O sea, protección de los cuatro elementos.
Aparecen sus figuras, casi idénticas, tanto en la Europa central del siglo XV
como en la India milenaria y mágica, 2000 años antes de Cristo. Ellos tienen un
tipo de vibración muy rápida y eléctrica, que les permite trasladarse de un
lugar a otro a la velocidad de la luz.”” (Fuente https://es.wikipedia.org/wiki/Elementales)
Largo es el
camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de
ejemplos. - Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.
Buena vida
Pablo y Ana Borsani