En el
escritorio un vaso con agua junto a unos pocos papeles, más allá el ordenador enciende
la oscuridad que reina en nuestra habitación; un escenario de “fingida soledad”.
Duendes,
hadas y Gnomos simpatizan más un imponente inventario de individuos que naturalmente
no son fruto de la ilusión, así como el señor que en imagen exhibimos el cual
conserva la apariencia primera, para el momento un humano más en movimiento con rumbo
propio.
Personas, han
de saber que el verdadero valor lo posee solo aquello que conseguimos extender,
nuestra condición define el rumbo, esa única moneda que es reconocida
aquí y más allá.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani