La hora de
la plegaria, lapso de abstracción sea cual fuere el instante, momento en que alejados
de la realidad manifiesta conectamos desde nuestro interior profundo con el etéreo
universo del creador. Si bien su persona no es la que se descubre notamos en la
imagen y sobre el rostro central una cruz, más justamente marcada sobre la mejilla izquierda del personaje, signo
evidente de respeto y cooperación divina.
Invariablemente
alguien permanece cercano a la escucha, en ningún tiempo quedamos solos, confianza,
expectación y nuestros mejores deseos florecerán.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani