En anterior
nota comentábamos la etapa final de los gnomos, ellos si bien viven largos años
de nuestro calendario, llegado el final quedan insertos espiritualmente a un árbol
de su elección tal como si fuese el cielo de los gnomos.
Encontramos árboles
derribados en cantidad, el hombre, los años y las tempestades. Los troncos sin
mayor esfuerzo dan indicios de lo anteriormente expuesto, quedamos frente al
reino celestial de los gnomos.
Razón tendrá
la naturaleza pero no el desatino del hombre, verdadero final para los seres
que eligieron continuar por el camino natural. Como lograr que se escuche la
muda voz de millones de individuos que ven día tras día diezmado su sistema y
razón de vida, el hombre destroza toda forma viviente inclusive la propia, miremos
para escuchar, el grito es mudo pero sin lugar a dudas de lejos se puede ver.
Un planeta natural es posible, se logra tan solo concediéndole su deseo, la cuestión
está en ser solidarios.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani
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