Había una vez, en un reino no muy lejano
Un extraordinario rey, su fama
había alcanzado dominios apartados desde los cuales numerosos humanos
intentaban llegar, el reino se encontraba situado atravesando el abismo,
precipicio tan temido como escaso de caminos, solo había un modo de cruzar y
este consistía en que cada individuo forjara su propia pasarela, pero claro, se
debía contar con ciertos elementos que no siempre tenemos a la mano.
Las cuerdas debían confeccionarse
con amor, para la vereda con un poco de esperanza era suficiente, no así los
puntales que debían ser elaborados con profusa buena voluntad.
Si alguien pregunta cómo llegar
ante el rey, deben decirle que sin distinción recibe a todos, solo deben trajinar
con los elementos para fundar el puente
Buena vida
Pablo y Ana Borsani
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