Amar la
naturaleza en lo personal es amarnos, desde ese estado todo es posible, es
regresar a tiempos pasados en donde el ser y el ambiente se fortalecían uno
a otro, estado significativo para la conservación de nuestra y todas las
especies que se desarrollan en este bendecido planeta.
Acontecieron
épocas en las cuales el conocimiento de lo natural fue vital, de igual forma al
presente debiéramos retornar a tan valioso saber, para de nuevo sentirnos integrados
a un sistema amigable y protector como lo es el entorno.
Notamos el mundo de un determinado modo, y así lo vamos edificando.
Lo hacemos a través de la influencia del medio y la cultura en la que estamos
inmersos, prescindiendo de escenarios que sintiéramos de fantasía y que sin
embargo no lo son tanto.
En imagen
nosotros junto a un coloso propio de esta bendita tierra, árbol amable y amigo.
Creo para
comprender, y comprendo para creer mejor. -San Agustín (354-430) Obispo y filósofo.
Buena vida
Pablo y Ana
Borsani